Sargento Von Kartoffen
La edición en Gran Bretaña del libro "Nosotros no empezamos" por parte del historiador Heinrich Von Kartoffen está causando el habitual escándalo además de las consabidas acusaciones de revisionismo.
El señor Von Kartoffen, formaba parte de las temidas SS y durante la segunda guerra mundial ejerció misiones de vigilancia en diversos campos de exterminio, si bien debido a su corta edad nunca desempeñó cargos de responsabilidad (la graduación máxima que tuvo fue Sargento) ni fue inculpado de ningún tipo de crimenes al finalizar la contienda.
Contrariamente a otros autores que directamente han negado el Holocausto, von Kartoffen no pone en duda su existencia, pero sí descarga al nacionalSocialismo de la mayor parte de responsabilidad.
El autor sitúa el comienzo del problema en la derrota alemana en la primera guerra mundial. Recordemos que la situación militar alemana en esa contienda era bastante favorable hasta pocos meses antes de la derrota final. Para muchos la derrota no vino desde fuera sino desde dentro. Las revueltas internas (recordemos la revolución rusa en octubre del 17) obligaron a la capitulación alemana frente a los occidentales pese a que la situación militar no era desfavorable.
Tras el fin del imperio y la instauración de la república de Weimar, la mayoría de alemanes de todo signo político no dudaron en culpar de la derrota al sionismo judío. El caos económico, la hiperinflación y demás, agravados por las cuantiosas indemnizaciones de guerra generaron un profundo odio contra los judíos, a quienes se acusaba de enriquecerse a costa del empobrecimiento del pueblo alemán.
Este resentimiento provocó las primeras persecuciones y ataques contra los judíos mucho antes de la llegada al poder del nacionalSocialismo a comienzos de 1.933.
Según el autor, lo que vino después tan solo fue una continuación de lo ya iniciado. Puede haber una cierta responsabilidad en no pararlo pero se argumenta que el exterminio judío era deseado por todo el pueblo alemán y simplemente coincidió que el partido nazi era el que gobernaba entonces.
Otro dato exculpatorio inequívoco sería que el cese de las persecuciones tuvo lugar siendo el máximo mandatario alemán el almirante Doenitz, miembro destacado del partido nazi.
Bueno, no sigo que me he cansado de escribir gilipolleces.
¿Burdas manipulaciones? Quizá no tanto.
Para ver burdas manipulaciones, no tenéis mas que permanecer atentos al tratamiento que han comenzado a dar los medios del Ministerio de la Verdad sobre el P (antes PSOE) y los GAL. Ese terrrorismo de Estado que ya estaba ahí, no fue cosa suya, ellos no se beneficiaron. Y lo más sangrante: ellos acabaron con el GAL.
Curiosamente, se les olvida que, sin la presión del medio de comunicación que todos sabemos, difícilmente habrían acabado en el trullo los jerarcas socialistas criminales y ladrones.
Igual que a Von Kartoffen se le olvida que sin la derrota a manos de los aliados, el holocausto probablemente se habría completado.
El señor Von Kartoffen, formaba parte de las temidas SS y durante la segunda guerra mundial ejerció misiones de vigilancia en diversos campos de exterminio, si bien debido a su corta edad nunca desempeñó cargos de responsabilidad (la graduación máxima que tuvo fue Sargento) ni fue inculpado de ningún tipo de crimenes al finalizar la contienda.
Contrariamente a otros autores que directamente han negado el Holocausto, von Kartoffen no pone en duda su existencia, pero sí descarga al nacionalSocialismo de la mayor parte de responsabilidad.
El autor sitúa el comienzo del problema en la derrota alemana en la primera guerra mundial. Recordemos que la situación militar alemana en esa contienda era bastante favorable hasta pocos meses antes de la derrota final. Para muchos la derrota no vino desde fuera sino desde dentro. Las revueltas internas (recordemos la revolución rusa en octubre del 17) obligaron a la capitulación alemana frente a los occidentales pese a que la situación militar no era desfavorable.
Tras el fin del imperio y la instauración de la república de Weimar, la mayoría de alemanes de todo signo político no dudaron en culpar de la derrota al sionismo judío. El caos económico, la hiperinflación y demás, agravados por las cuantiosas indemnizaciones de guerra generaron un profundo odio contra los judíos, a quienes se acusaba de enriquecerse a costa del empobrecimiento del pueblo alemán.
Este resentimiento provocó las primeras persecuciones y ataques contra los judíos mucho antes de la llegada al poder del nacionalSocialismo a comienzos de 1.933.
Según el autor, lo que vino después tan solo fue una continuación de lo ya iniciado. Puede haber una cierta responsabilidad en no pararlo pero se argumenta que el exterminio judío era deseado por todo el pueblo alemán y simplemente coincidió que el partido nazi era el que gobernaba entonces.
Otro dato exculpatorio inequívoco sería que el cese de las persecuciones tuvo lugar siendo el máximo mandatario alemán el almirante Doenitz, miembro destacado del partido nazi.
Bueno, no sigo que me he cansado de escribir gilipolleces.
¿Burdas manipulaciones? Quizá no tanto.
Para ver burdas manipulaciones, no tenéis mas que permanecer atentos al tratamiento que han comenzado a dar los medios del Ministerio de la Verdad sobre el P (antes PSOE) y los GAL. Ese terrrorismo de Estado que ya estaba ahí, no fue cosa suya, ellos no se beneficiaron. Y lo más sangrante: ellos acabaron con el GAL.
Curiosamente, se les olvida que, sin la presión del medio de comunicación que todos sabemos, difícilmente habrían acabado en el trullo los jerarcas socialistas criminales y ladrones.
Igual que a Von Kartoffen se le olvida que sin la derrota a manos de los aliados, el holocausto probablemente se habría completado.
posted by Winston Smith at 12:18 p. m.
4 Comments:
Las circunstancias históricas son siempre sumamente complejas, teniendo cada hecho muchas ramificaciones económicas, sociológicas, psicológicas, políticas, éticas....
Al final suele hacerse un resumen, que es con el que se maneja la mayoría de la gente (todo el que no ha profundizado un poco).
Existen lo que yo denominaría como niveles de prejuicio. Hay personas que han leído varias obras sobre, por ejemplo, la segunda guerra mundial, que mantienen una serie de prejuicios con un barniz de juicios por eso de que disponen de algunos datos y algunas relaciones lógicas entre ellos. Estos, al lado de quien no tiene pajolera idea de aquel conflicto, parecen sabios. En realidad solamente se hayan un nivel por encima en elaboración de prejuicios. Sus prejucios, digámoslo así, no son tan obvios porque tienen detrás una argumentación, aunque esta es bastante deficiente.
La izquierda ha sabido muy bien introducir en la sociedad la gran mayoría de sus ideas-fuerza, y esto se aprecia bastante en la historia. Son ideas-fuerza porque son impresiones conspicuas que quedan grabadas en las mentes como certezas indiscutibles. Su revisión es calificada de revisionismo con toda justicia, pero sutilmente de una forma injusta, puesto que "revisionismo" ya previamente se asoció a poner en duda hechos probados y sostener teorías peregrinas en defensa o exculpación de monstruos como Hitler.
Los introductores de ideas-fuerza se encuentran entre los que tienen prejuicios elaborados. Los que las creen ciegamente entre los que tienen prejuicios de base.
Cuando uno profundiza lo suficiente y se quita los siete velos de la ignorancia supina, se encuentra ante el hecho de que Hitler o el Gal tienen sus razones de ser, y podrían ser comprendidos desde determinados puntos de vista, y siempre podrían serlo históricamente. Pero también llega a apreciar que esos fenómenos son intemporalmente censurables y humanamente nefastos.
Gracias por la intervención Germánico.
Solo quería constatar un hecho que me ha llamado la atención. En los últimos días me ha llegado por tres sitios distintos (que solo tienen en común ser perseverantes lectores de El País) la cantinela de que el GAL ya existía antes de Felipe, y que fueron los socialistas los que acabaron con ello.
Supongo que es la respuesta del Gran Hermano D. Jesús a la cada vez más extendida denominación de RuGalcaba para el actual Ministro de Interior y por entonces Ministro Portavoz (de un gobierno que apenas mentía).
Aprovecho para aclarar que he dado de alta una segunda identidad (aunque no hay nadie diferente detrás) correspondiente al protagonista de 1.984 como pequeño homenaje al maestro Orwell.
Hoy, "El País" informaba que Maurice Papon (no hace falta que explique quien fue) había sido enterrado con la Legión del Honor.
Sobra exteriorizar comentarios.
Pues sí. La participación en asesinatos en masa no parece buena credencial de honorabilidad.
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