lunes, octubre 02, 2006

Crecimiento Económico, Termodinámica y ...... Judías Verdes

Hace unos días abrí un tarro de judías verdes para acompañar la cena.

Era un tarro de una marca nueva, desconocida, que había comprado por variar y probar.

Pues bien, resultó que estaban buenísimas. Excepcionalmente ricas. Cualquiera que desde hace unos cuantos años compre en Madrid y alrededores frutas, hortalizas y verduras, sean frescas o envasadas, comprenderá que este insólito caso merecería atención por si mismo. Algo así como encontrar tomates que sepan a tomate (misión imposible).

Pero no, el tema es otro. Lógicamente, al acabar la cena fui a buscar el tarro vacío para fijarme un poco más en la marca y mirar la procedencia. Últimamente han proliferado productos envasados en España pero cultivados en otros países. Hasta ahora, que recuerde, se podían encontrar esparragos chinos, pimientos de Perú o Chile, etc, en general de calidad bastante pobre. Pues bien, me sorprendí agradablemente al ver que las judías verdes procedían de !Kenia! Estupendo, me dije, éste es el camino.

Enlazamos aquí con el hilo anterior dedicado a los problemas del sr. Ndongo para montar su negocio. Aparte de la inseguridad derivada de la falta de Estado, resulta que los emprendedores africanos se encuentran con otros obstáculos.

Hay quien piensa que una forma de ayudar a los africanos (y de obtener beneficio empresarial, porqué no) es promover en esos países las famosas "deslocalizaciones". Montar fábricas de productos destinados al mercado occidental, basadas en tecnología occidental pero con mano de obra local. A mi me parece un método un poco "contra-natura".

En los países africanos, una de las pocas industrias que podrían desarrollarse sin necesidad de intervención externa sería precisamente la exportación a Occidente de productos agrícolas a precios ventajosos y quizá de mejor calidad (!que ricas las judías verdes!, ya os digo). A partir de los beneficios obtenidos con estas industrias primarias, el desarrollo podría aumentar de forma natural en unos pocos años.

¿Y cual es el problema? Pues que no les dejamos. No tengo la cifra exacta pero he oído hace unos días que aproximadamente la mitad del presupuesto de la UE se dedica a subvencionar el sector primario (agrícola y ganadero). Así, en anécdota relatada por un prestigioso economista, resulta que en Nairobi resulta más barato comprar leche holandesa que local.

Resulta que estamos limitando las posibilidades de desarrollo de esta gente a base de ponerles barreras que eviten el curso natural de la economía de mercado. Tienen un producto que podrían vendernos barato y con eso comenzar a desarrollarse y !!!no les dejamos!!!

Y además, curiosamente, resulta que los famosos movimientos antiglobalización tan preocupados con la pobreza africana, !están encabezados por siniestros personajes como el francés Bové, que tratan por todos los medios de evitar la pérdida de la sopa boba que reciben a costa de nuestros impuestos!

Es decir, se queda con nuestro dinero real y con el dinero potencial que podría llegar a los africanos como fruto de su trabajo.

Obviamente, estoy convencido de que los movimientos antiglobalización están llenos de gente de buena fé y mejores intenciones, pero ignorantes y manipulados por siniestros individuos que lo único que desean es mantener sus privilegios (literalmente, sus leyes privadas).

En la última reunión de la Organización Mundial de Comercio, resulta que las únicas propuestas en el sentido de propiciar las exportaciones agrícolas africanas mediante la supresión de aranceles y subvenciones provenían de la malvada administración Bush y fueron rechazadas por las arcangélicas administraciones europeas.

¿Cómo es posible? ¿Tan difícil resulta de entender?

Evidentemente, las simplificaciones son peligrosas. No parece razonable eliminar de un día para otro el sistema de subvenciones agrícolas. Pero si de verdad queremos acabar en el medio plazo con la pobreza africana y desarrollar el mundo globalmente, la solución no es tan complicada:

Dejar actuar al mercado.

Además, quien sabe, quizá podamos así volver a comer peras que no sepan a manzana (y viceversa).